Yeta llega a Nicaragua a inicios de los 80, con todo el entusiasmo e ilusión para incorporarse a la gran aventura de la Cruzada Nacional de Alfabetización, desde su identidad latinoamericana y como religiosa de la comunidad de las Altagracianas, desde donde asume su compromiso por los pobres.
Se “rifa” -como decimos popularmente-, a vivir en zonas de guerra durante los 80, donde conoce, comparte y teje complicidades con mujeres comprometidas y valientes como ella, que se organizan para mejorar sus vidas y las de sus comunidades.
Observa, pregunta, platica, escucha, comprende, vive, comparte alegrías y dolores que fortalecen su compromiso con las mujeres del campo, con las mujeres maltratadas por la pobreza, la injusticia y el machismo, con quienes se pone a la par, para luchar y abrir caminos a la esperanza y el cambio.
Al salir de las Altagracianas, trabaja en la sección de la mujer de la UNAG en la sexta región donde sigue con su compromiso con las mujeres rurales.
Cofundadora del Grupo Venancia, donde puso las bases de la casa, la metodología de educación popular feminista para contribuir al empoderamiento de las mujeres. Contagió sus saberes, su experiencia y su entusiasmo. Ahí dejó entre otras muchas cosas, una frase célebre “Tengo una propuesta….., pero no me la tumben”.
Generosa y desprendida, voló hacia otros lugares, dejando que otras siguieran el rumbo.
A lo largo de todos estos años, ha sembrado semillas por todo el país, recorriendo tantos caminos, siempre del timbo al tambo, ahí donde haya un grupo de mujeres que quieran juntarse para platicar, compartir su vidas y aprender juntas como mejorarlas.
Ha contribuido a enriquecer este movimiento con su visión de la teología de la liberación feminista, aportando a examinar la violencia contra las mujeres, encontrando argumentos y pistas para liberar las mentes y los cuerpos de las mujeres atrapados por los mandatos religiosos.
Yeta Ramírez, ha sido una activa integrante y promotora de la Red de Mujeres contra la Violencia, así como de otros espacios feministas y de mujeres en nuestro país.
Curiosa, arriesgada, atrevida, provocadora y valiente. Solidaria, casa abierta y terca como las mulas que montaba en el norte.
Ésa es la Yeta, una defensora de los derechos de las mujeres a tiempo
completo.
Fuente CISAS