El día que secuestraron a Amaya Coppens, nos congelamos. Llevábamos noches de persecución policial y paramilitar, llorábamos a los muertos, despertábamos en medio de la incertidumbre y anochecíamos con miedo en medio de una ‘cacería de brujas’ motivada por la venganza y el odio.
Fue el 10 de septiembre, cuando un grupo de paramilitares y policías irrumpieron en la casa de seguridad donde Amaya se encontraba resguardada junto a Sergio Midence, otro joven miembro del Movimiento 19 de Abril en León, ambos fueron llevados a El Chipote.
Dos días después la estudiante ejemplar de Medicina, la feminista, la autodidacta, la chica sincera, amistosa y solidaria, la valiente, la de la sonrisa hermosa, era presentada, frente a las cámaras de los canales de la familia Ortega-Murillo, como terrorista.
Un buzón de armas le precedía mientras dos policías orteguistas la sostenían como si se tratará de un reo de alta peligrosidad, cuando Nicaragua entera veía a la joven que, siete años atrás, había representado al país en Hong Kong por haber resultado mejor estudiante en su natal Estelí y segunda a nivel nacional.
Comprometida con la causa
Hoy la estudiante del quinto año de la carrera de Medicina en la UNAN – León enfrenta un proceso judicial en el Juzgado Quinto Distrito Penal de Audiencia de Managua por los delitos secuestro simple, terrorismo, lesiones sicológicas leves, portación ilegal de armas y entorpecimiento de servicios públicos.
Por su actitud, Amaya Coppens, de doble nacionalidad belga y nicaragüense, sobresalía en las marchas contra las reformas al Seguro Social iniciadas el pasado 19 de abril. Estaba comprometida con la causa y dispuesta a enfrentarla tanto así que cuando su madre le ofreció viajar a Belgica, junto a sus dos hermanos, ella decidió quedarse.
Sara Henríquez, una vez detenida Amaya, recordó en su Facebook como el 18 de abril, cuando todo comenzó, se la encontró al salir de clases con la determinación de unirse a la marcha en León contra las reformas al Seguro Social.
Ese día ambas fueron atacadas por las turbas orteguistas, y sería una de las tantas veces que Amaya resultara lesionada en cuerpo y alma durante la lucha. Una mujer, parte de la turba orteguista orientada a reprimir la marcha con el beneplácito de la policía, le reventó la boca y le robó su celular.
Pero aun así no se quedó paralizada, abandonó el lugar y se fue a clases como toda alumna aplicada. Al día siguiente estaría más comprometida a ser parte de la lucha. Después era común verle con su boina verde liderando a estudiantes en León, pero también en Managua.
Un cumpleaños sin libertad
El próximo 31 de octubre Amaya esta de cumpleaños. La universitaria procesada por siete delitos, estará en una celda del penal La Esperanza, donde guarda prisión preventiva mientras espera juicio.
Nadie sospechó que sus 25 años los cumpliría en prisión o quizás su padre lo presintió pues un día antes de ser secuestrada habló con ella desde Bélgica. Trató de convencerla de que debía analizar salir del país. Ella molesta le colgó el teléfono.
Se oponía a la recomendación de su padre, pensaba que hacerlo era desmoralizar a sus compañeros y porque tiene la plena convicción que pronto Nicaragua será libre y volveran los días felices en su amado Estelí donde fue locutora, muralista, activista y hasta miembro de la banda municipal.